top of page

La señal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Kaizar Cantú

 

Me siento extraño escribiendo esto, sin embargo, algo me insinúa que es necesario.

 

Creo que un ruido me despertó en la madrugada. Empezó como un siseo leve, parecido al que hacen las bolsas de basura cuando uno las llena de hojas secas y las arrastra por el piso. Después sonó más acelerado y profundo, a ventarrón o ese aire que circula en las manos cuando uno las encorvar muy cerca de las orejas.

 

Quise abrir los ojos, y, según yo, lo hice, pero no vi más que negro. Los cerré y abrí varias veces buscando cualquier cambio, el que fuera, pero permanecía el mismo fondo oscuro. Recuerdo haber pensado entonces que seguro llovía y que hubo un apagón y que qué extraño pues no es temporada ni me han punzado las rodillas últimamente. Intenté ladear la cabeza para ver si alcanzaban a notarse gotas pegadas a la ventana, donde seguro habría un poco de luz, pero no sentí que el cuello me respondiera.

 

Entonces comenzó el pánico. Probé con los brazos, las piernas, todos los dedos, la boca, de nuevo los párpados, y nada. Tampoco sentía la nariz ni el bigote ni la boca. No había una cama sosteniéndome o sábanas encima. Era como estar sin cuerpo, como ser pura voz, y a lo mejor ni eso, pues no estoy seguro de haberme escuchado pensar o si sólo me llegaban ideas sin palabras. Ni siquiera podía oír mi respiración acelerándose o el corazón aterrado. Todo lo abarcaba aquel ruido, que ya para entonces parecía rugir en vez de soplar, amenazándome con todo el peso de algo invisible pero que, estaba seguro, no sé cómo, había venido de muy lejos para deshacerme.

 

Esperé. No quedaba más.

 

Hago lo que puedo para recordar cuánto duró aquello. Sé que fue demasiado, muchísimo más de lo me atrevo a creer o imaginar. No me alcanzan las palabras para describirlo con exactitud, ese tiempo como de sueño, de quedarse absorto en algún punto del espejo o dormir con la cabeza agachada bajo el chorro de la regadera, cuando los alrededores suenan a estática, a la clase de ruido que llena los pasillos de hospital y seguro sacude los túneles camino al otro mundo. Creí que era el sonido de mi muerte; eso explicaba la falta de cuerpo. Quise recordar una oración, repasar palabras para hipnotizarme y contrarrestar aquellas toneladas de mar apretándome las sienes, pero sólo alcanzaban a llegar una sensación de ondas y líneas rectas, totalmente legibles, aunque me cuesta muchísimo trabajo traducirlas. Pienso en faros pulsando a lo lejos, los anillos creados por una roca que entra al agua; tal vez ecos de submarino o de murciélago, de arena desértica reacomodándose. No lo sé.

 

De entre el escándalo surgió un murmullo cansado. Lo he logrado, pensé. Sin embargo, escuché con más atención y poco tardé en averiguar que esa voz me era tan ajena como la barrera de ruidos muertos que había estado atormentándome; apenas si se diferenciaban. El murmullo parecía emerger de una garganta moribunda o muy enferma. Repetía un sonido compacto, lleno de R’s y T’s, como cables haciendo corto. Al principio distinguía sólo uno, pero no tardaron en aparecer más, rebotando para volverse a encontrar en un choque que los multiplicaba frenéticamente hasta aquel sonido que lo comenzó todo y saturarme con zumbidos y repiques, relámpagos y fuego. Fue una tormenta, un cataclismo que se filtró a mi cabeza hecho hebras y ahora, tras años de gestación, necesitaba despedazar su capullo y gravitar de vuelta a las estrellas.

De golpe apareció el techo. Todas las sensaciones que me habían abandonado volvieron para aplastarme. Fueron reconfortantes la asfixia y la certidumbre de un cuerpo, aun uno semi-paralizado. Caí de la cama y me arrastré hasta el escritorio, luchando contra la novedad de mi propio peso y el espesor del aire.

 

Llevo poco más de dos horas aquí sentado. Ya que mis manos podían moverse con mayor libertad, buscaron pluma y papel. Garabatearon un rato antes de escribir. Los movimientos son instintivos pero nada propios de mí. No sé qué pensar.

 

 

 

bottom of page